Porque cortaste el cabestro
Porque saltaste las trancas
Y arrancaste galopando por potreros
de distancia
Porque me dejaste a pie, solo y lejos
de las casas
Y en carrera con el viento, vas dónde
te da la gana
Porque no sientes mi peso, ni el
clavo de mis rodajas
Ni el rebenque de mi mano sacando
roncha en tus ancas
Porque sin freno ni rienda,
Libre de manea y jáquima puedes
revolcarte a gusto
Te crees suelta como el agua
Cual si volviese a andar suelta la
que una vez fue ensillada
Cual si la que dio la oreja fuese
otra vez a pararla
Cual si pudiese la yegua... volver a
hacerse potranca
Por mí, bien puedes correr donde el
capricho te llama
No he de ser yo quien te busque
aunque buena falta me hagas
Que el que se hace a una montura, así
nomás no la cambia.
No te he de ir a reclamar aunque en
malas manos caigas
No he de seguirte la pista
Ni aunque un día te encontrara
Aunque te hicieras la renga y solita
te allegaras estirándome el cogote, no armaría la lazada
Que nada quiero a la fuerza aunque me
comas las ganas
Lo que me dan, por las buenas ha de
ser, y si no... ¡ni agua!
La que me busca, me encuentra
La que me la hace, la paga
Y la que me arranca... vuelve...
cuando ya no me hace falta
Galopa tú, mientras tanto yo sigo a
pie mi jornada
Que aunque logres desmontarme con
silla y todo de tu alma
Y aunque encuentres otro dueño que se
acomode a tus mañas
No podrás librarte nunca del escozor
de mi marca
Marca de sangre y de fuego
Marca de besos y lágrimas que te puse
aquella noche en rodeo de madrugada
Cuando laceada potranca te solté
yegua baqueana...
Por eso no me apuro
Porque sé que a la distancia
Seguiré siendo tu dueño en las buenas
y en las malas
Porque quieras o no quieras y aunque
corcovees de rabia
Tendrás que morir llevando mi marca
impresa en el anca...
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