jueves, 14 de enero de 2016

EL FRUSTRADO AMANTE (Resaca gay)



Sea como sea, Vaticano y numerosos pobladores de Campanilla afirmaban que Montesinos estuvo allí tres vece: dos durante el año 1991 y una más en 1992. Él llegaba en un helicóptero militar. En una ocasión se quedó a pasar la noche en Campanilla, afirmaba  Vaticano.

El día de su cumpleaños número treinta y ocho, Chávez se encontraba en Colombia. Cuando regresó a Campanilla, a fines de octubre de 1991,  decidió organizar una fiesta para celebrar por todo lo alto con las autoridades de la zona, los capos de otras firmas y los miembros de si entorno más cercano.  Aprovechando una comunicación por radio, también invitó a Montesinos.
El asesor presidencial aceptó ir, pero puso condiciones: que le entregaran dos cajas de champán  Dom Pérignon y un juego de cubiertos de la más fina plata inglesa. Para satisfacer esa solicitud  extravagante, y quizás coqueta, imposible de conseguir hallándose en Campanilla, Vaticano debió pedir ayuda de Colombia. Completó el presente con 100 mil dólares en efectivo, puestos en una maleta.
Al menos cinco pobladores de Campanilla aseguran haber visto al asesor presidencial llegando en helicóptero a la base contrasubversiva de Punta Arenas, horas antes de la fiesta, la tarde del sábado 2 de noviembre de 1991. De  acuerdo con  sus relatos, Montesinos se dirigió de inmediato a una de las casas de Vaticano en Campanilla, y permaneció allí el resto del día  y toda la noche.

La fiesta fue animada por dos orquestas y estuvo sazonada con buena comida y finos licores. El huésped ya había recibido sus obsequios, y Vaticano recuerda: Tomamos tres o cuatro botellas y en eso estaba un poco mareado. Según Chávez, cuando  intentó convencerlo para que fuera a dormir, ocurrió lo inesperado. Me agarró la cara y la pierna y me quiso besar. Yo volteé la cara.

-Señor, creo que usted se está confundiendo. Necesita una señorita; ahora le mando una- esquivó.

-No necesito a nadie; te necesito a ti. Eres muy guapo- fue la respuesta.

Según han recogido Sally Bowen y Jane Holligan en El espía imperfecto, Montesinos, decidió estar acalorado, llegó a quitarse la camisa frente a Chávez. Pero, de acuerdo con Vaticano, el acoso no concluyó ahí, cuando por fin logró que el asesor se fuera  a descansar. Durante la madrugada, Montesinos se despertó y lo hizo llamar a su habitación con uno de los agentes de seguridad que custodia la casa.

“El doctor (Montesinos) lo llama urgentemente”, me dijo el agente, asegura Vaticano. Fui corriendo, pensando que había ocurrido algo. Me pidió que me acercara como si fuera a contar un secreto pero  nuevamente intentó besarme y yo otra vez volteé la cara. Montesinos no desistió: se levantó de la cama y se le acercó, esta vez tratando de agarrarle el pene. Vaticano  reconoce que también estaba ebrio, pero  consiguió esquivarlo rápidamente. Intentó agarrarme dos veces el falo, ilustra y sentencia. Tenía doble falo. Luego cuenta, Montesinos se echó sobre la cama y se quedó profundamente dormido. Uno de mis guardaespaldas que estaba en la ventana vio todo y me dijo, “Jefe, creo que este señor patea con los dos pies”, asegura Vaticano.

Casi el mediodía del día siguiente, Montesinos se levantó, salió de su habitación, no quiso tomar desayuno, se despidió y se dirigió a Punta Arenas para abordar el helicóptero de regreso a Lima, como si nada hubiera ocurrido, según Vaticano.

Del libro: Polvo en el Viento: Vaticano esplendor y miserias de un narcotraficante
Autor: Hugo Coya



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