La noche se
suicidó con el revolver
del desprecio
insólito de volver,
al inicio
del final del poema
que cantó mi
muerte en esa madrugada.
La desgracia
de tu sonrisa en mi vida
fue la
libertad del cazador lleno de ira.
¿Qué hizo él
para ser feliz?
Ese canto
cursi y estruendoso y
la ventaja
de verte bailar en el ocaso
de tu adiós me
hizo reír con él
¡Basta de
tanta felicidad comprada!
Ya no quiero
llorar feliz por el hada.
¡Basta de
correr por esa ilusión!
Ya no quiero
más compasión.
¡Basta de
tanta mentira piadosa!
Ya no quiero
a esa virgen deseosa.
¡Basta de
leer tu libro de cuento!
Ya no quiero
verte por ningún momento
Sólo quiero
seguir durmiendo
(RJLR)
(RJLR)
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