Miró que
ella baja por la avenida. Sabía que iba a clases en el instituto
Corrió y
corrió, como si de eso dependiera su vida. Y parece que así era, porque ella
era su vida.
La alcanzó,
la sujetó del hombro, la miró y le sonrió.
-No podemos
hablar estas borracho-
Ella estaba
molesta, él no se había portado de la mejor manera.
-No estoy
borracho. ¡Te amo! -
-Si me
amaras no estarías así. Si realmente me amaras no te hubieras portado de esa
manera -
Fueron
palabras que sentenciaba.
Él no sabía
de lo que hablaba, el licor había “borrado” su memoria
Palabras
van, palabras viene. -
-Adiós. Ve a
bañarte y descansa. ¿Desde cuando estás tomando?
- ¿Es en
serio? ¿Es un adiós? -
Ella no dijo
nada, se volteó y siguió su camino rumbo a clases.
Él se quedó
mirando como avanzaba y se perdía por esa larga avenida al medio día de ese
miércoles.
Camino a
casa el adolescente, trataba de hacer memoria de que había pasado. Pero el
alcohol se lo impedía.
Era el
inicio del final. Ese adiós era más que una despedida, era un puñal a su
corazón.
Años después
evocar los recuerdos eran inútiles, en esa loca juventud el licor le quitó lo
que más amaba. Hoy él es un activista en la prevención de que los chicos no
beban licor.
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