sábado, 28 de febrero de 2015

EL SUEÑO DE SOÑAR



¿Dónde se pierde mi sueño por tí?
¿Dónde mi canto llega a soñarte?
¿Dónde mi vida es para ti?
En tus ojitos, en esa mirada
En tu llanto y risa sin parar
Tengo ese deber de ser tu guia
Tengo esa sublime obligación de estar ahí
porque eres el impulso en mi andar.
Se que el viento te llevará por el mundo
pero ese viento en Navidad te traerá
Seré viejo con el sol de mis sueños
pero quiero verte mozo y honesto,
feliz y sincero con la tierra y tus sueños.
Los tres, mamá, tú y yo danzaremos
en la noche de invierno del calor familiar
y la nostalgia nos envolverá al recordate
esos tres años que hoy cumples. (RJLR)
(Escrita en octubre 2013)

"Solo un Rumor" Raúl Huerta



Letra y Musica: Raúl Huertas

Como si fuera una esquiva verdad
O alguna otra inquietante ansiedad
Busco y no encuentro la otra mitad
Que le permita a mis sueños volar
Tiene la forma perfecta en su edad

No hay maleficio de tierna amistad
Me siento extraño al poder desear
La timidez que en tu cuerpo guardas
Dime Dios sublime de los cuentos y la paz
Que pecado tuve para no poder llegar
A tenerte a ti, mujer ideal
A sentir vida
Dime Dios excelso de los frios y del pan
Cual fue mi herejia para no poder llegar
A tenerte a ti, mujer ideal
A jurarte a ti amor
La ruta infame me llevo hacia ti
Pensé en mi muerte al tenerte aquí
Triste insensato pequeño hablador
No ves que no hay nada que es solo un rumor
Dime Dios sublime de los cuentos y la paz
Que pecado tuve para no poder llegar
A tenerte a ti, mujer ideal
A jurarte a ti amor
Dime Dios excelso de los fríos y del pan
Cual fue mi herejía para no poder llegar
Dime Dios sublime de los cuentos y la paz
Que pecado tuve para no poder llegar


HAVELANGE


En 1974, después de mucho trepar, Jean Marie Faustin de Godefroid Havelange conquistó la cumbre de la FIFA. Y anunció:
  • Yo he venido a vender un producto llamado fútbol
Desde entonces, Havelange ejerce el poder absoluto sobre el fútbol mundial. Con el cuerpo pegado al trono, rodeado por una corte de voraces tecnócratas, Havelange reina en su palacio de Zurich. Gobierna más países que las Naciones Unidas, viaja más que el Papa y tiene más condecoraciones que cualquier héroe de guerra.
Havelange nació en Brasil, donde es dueño de Cometa, la principal empresa de transporte, y otros negocios especializados en la especulación financiera y en la venta de armas y seguros de vida. Pero sus opiniones son muy poco brasileñas. Un periodista ingles, del Times de Londres, le preguntó:
  • ¿Qué es lo que le da más placer en el fútbol? ¿La gloria? ¿La belleza? ¿La victoria? ¿La poesía?
Y el contestó
    • La disciplina.
Este anciano monarca ha cambiado la geografía del fútbol y lo ha convertido en uno de los espléndidos negocios multinacionales. Bajo su mandato, se ha duplicado la cantidad de paises en los campeonatos mundiales: eran dieciseís en 1974, serán treinta y dos en 1998. Y por lo que se puede adivinar a través de la neblina de los balances, las ganancias que rindene estos torneos se han multiplicado tan prodigiosamente que aquel famoso milagro bíblico, el de los panes y los peces, parece chiste si se compara.

Los nuevos protagonistas del fútbol mundial países del África, Medio Oriente y Asia, brinda a Havelange una amplia base de apoyo, pero su poder se nutre, sobre todo de la asociación con algunas empresas gigantescas, como Coca- Cola, Adidas. Fue Havelange quien logró que la empresa Adidas financiara la candidatura de su amigo Juan Antonio Samaranch a la presidencia del Comité Olímpico Internacional, Samaranch, que durante la dictadura de Franco supo ser hombre de camisa azul y palma extendida, es desde 1980 el otro rey del deporte mundial. Ambos manejaban enormes sumas de dinero. Cúanto, no se sabe. Ellos son muy tímidos en eso.

(Del Libro: El fútbol. A sol y sombra. Eduardo Galeano. 2003)

LA INFANCIA DE UN GENOCIDA


Foto: Referencial


Nacio el 3 de diciembre de 1934 en Mollendo, Arequipa. Como sus padres no estaban casados, fue registrado como “hijo natural” de Abimael y Berenice. Pero Berenice se mudó a dos calles del hogar paterno, a una casita de madera amarilla con dos habitaciones que el señor Abimael visitaba por las noches.

Todas las fuentes dicen que Berenice murio cuando su hijo tenia diez años. Pero Susana dice que no murio: lo abandonó. Y el niño tenía ocho. Segun Susana, “Berenice no era mala, sino una mujer muy sufrida que había querido asegurarse en la vida”. Para una mujer en Arequipa de esos años, “asegurarse en la vida” significaba tener un hijo de un hombre rico para exigirle matrimonio. Berenice no fue la única que le otorgó descendencia al señor Abimael. Pero él, aunque accedia a colaborar con los gastos de los niños, tuvo para todas las madres la misma respuesta: “Yo no tengo la culpa de que las mujeres se hagan proyectos conmigo. Deberían consultarme antes”.

Al final, Berenice encontró a otro con quien casarse, un hombre que vivía en Puno, a cuatro mil metros sobre el nivel del mar.
Berenice pensó que su hijo no resistiría la altura. O quizá que ella no resistiría a su hijo. Y decidió mudarse sin él. Abimael fue entregado a su tío que vivía en El Callao, quien lo recibio con las siguientes palabras: “Ojala, pues, que tu madre encuentre por fin la felicidad”. Eso es casi lo último que el niño supo de ella. Durante los siguientes tres años recibio dos cartas. Luego, nada.

En cambio, en niño siguió en contacto con su padre. El señor Guzmán le enviaba dinero para sus gastos, que eran pocos, porque Abimael estudiaba en un colegio público y vivía en un barrio barato. Sus cartas de esa época eran recuentos financieros dignos de un contable: “se ha gastado tanto en esto, tanto en lo otro”, “me debe usted doce soles”. El pequeño nunca estaba contento ni se quejaba. Nunca hacía ninguna mención a sus sentimientos ni hablaba de su vida o su colegio. Nadie se le preguntaba tampoco.

Hasta que una profesora le enseñó a escribir cartas “de estilo”, con las fórmulas elegantes y apropiadas para solicitar las cosas por escrito. El mismo día en que aprendió a redactarlas, le escribió una a su familia de Arequipa. La carta llevaba por título “Una misiva de esperanza”y estaba dirigida “a don Guzmán, mi padre”.

Cuando la carta llegó a su destino, don Guzmán no estaba en la ciudad. Abrió el sobre su esposa legítima, Laura Jorquera Gómez de Guzmán. Así se enteró ella de los gastos de Abimael, de sus notas escolares, pero también de muchas otras cosas. Abimael, por primera vez hablaba de su soledad mezclando lenguaje de un niño de diez años con almibaradas formas de estilo. Contaba que su tío se llevaba a sus hijos de paseo y lo dejaba a él cuidando la casa, que no sentía que tuviera familia, que lavaba los platos aunque apenas llegaba al fregadero. Terminaba: “Ojalá encuentre usted un destino mejor para su hijo Abimael de El Callao. Y firmó” Seguía una rúbrica barroca, llena de bucles y arabescos.

A leer eso, doña Laura quedó consternada. Era una chilena tradicional, de clase alta “acostumbrada ancestralmente a guardar silencio”. Las infidelidades de su esposo debían lastimarla sin ruido. Pero era una católica. Tenía caridad. O quizás se sintió culpable. Ordenó a su esposo que llevase a su hijo a Arequipa, a vivir con su familia como correspondía.

(Fragmento del libro: La Cuarta Espada. La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso. Autor: Santiago Roncagliolo)