domingo, 1 de marzo de 2015

EL OSO QUE LADRÓ



Es hermoso, lindo evocar vivencias idas
que dejaron surcos en nuestra existencia,
sobre todo cuando nuestra inocencia
nos hacía soñar con héroes de quimera
y ver que “papá lo sabe todo” y quedarnos
con la boca abierta como perfectos cojudos.
Pero también es bacán recordar a un ser especial
un amigo a prueba de balas llamado mascota, el perro,
el mío se llamaba Oso y era re-contra chusco
pero de la “puta madre” no ven que era mi mascota
No recuerdo como lo conocí, pero me contaron
que lo trajeron cuando yo cumplí 6 meses
y yo aun seguía cagándome en mis pañales
Oso me acompañaba para todo lado,
yo creo que mi vieja me vio cara de borrego
por que puso a Oso como mi ovejero
Cuando llegaba de la escuela él me esperaba
en la puerta y me movía la cola, se me trepaba y ladraba
y yo le decía “¡ fuera concha tu ... “
no ven que me ensucia mi uniforme.
Los domingos dicen que decia que lo sacaba
a pasear por el barrio, pero en si lo sacaba a pelear
mi perro de color castaño y regular de tamaño
peleaba con los otros perros de mi humilde barrio
y esas bronca como diría el Temucano
eran a “punta rebenque mierda” pero Oso salía bien parado
Mi perro también sin querer me enseño
las primera nociones del sexo,
un día le dije a mi padre que Oso se computaba
tren, porque estaba enganchado con otro perro
mi viejo no me dijo nada, solo me mando a mi cuarto.
Una mañana de invierno mi amigo no despertó
como todo esta vida tuvo su final, había partido
recién me di cuenta que 17 años habían transcurrido.
(RJLR)

(Escrita en la primavera del 2003)

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