sábado, 14 de marzo de 2015

LOS ESPECIALISTAS


Antes del partido, los cronistas formulan sus preguntas desconcertantes:
- ¿Dispuesto a ganar?
Y obtienen respuesta asombrosa:
- Haremos todo lo posible por obtener la victoria.

Después, los relatores toman la palabra. Los de la tele acompañan las imagene, pero si bien saben que no pueden competir con ellas. Los de la radio, en cambio, no son aptos para cardícacos: Estos maestros del suspenso corren más que los jugadores y más que la propia pelota, y a ritmo del vértigo relatan un partido que suele no tener mucha relación con el que uno están mirando.
En esa catarata de palabras, pasan rozando el travesaño el disparo que uno ve rozando el alto cielo; y corre inminente peligro de gol la meta donde la arañita está tejiendo su tela, de palo a palo, mientras el arquero bosteza.

Cuando concluye la vibrante jornada en el coloso de cemento, llega el turno de los comentaristas. Antes los comentaristas han interrumpido varias veces la trasmisión del partido, para indicar a los jugadores qué debían hacer, pero ellos no han podido escucharlos porque estaban ocupados en equivocarse. Estos ideólogos de la WM contra la MW, que viene a ser lo mismo pero al réves, usan un lenguaje donde la erudicción científica oscila entre la propaganda bélica y el éxtasis lírico. Y habla siempre en plural, porque son muchos.

(Del Libro: El fútbol a sol y sombra. Autor: Eduardo Galeano)

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